5.5.11

CGT, CTA: ORIGINALIDADES DEL 1° DE MAYO


Por Carlos Girotti (*)
 
La CGT y la CTA han protagonizado, cada una por su lado, dos jornadas que hubieran sido impensables unos años atrás, de allí la original significación de los actos obreros por el 1° de Mayo. Pero ¿en qué radica dicha originalidad?
La potente ofensiva neoliberal que tuvo lugar durante el menemismo dio lugar a dos hechos dignos de mención. Por un lado, la complicidad de toda una dirigencia sindical que no dudó en alfombrar el camino de las privatizaciones, asociarse a ellas en calidad de nueva patronal y cerrar los ojos ante la ola de despidos y el aumento creciente de la desocupación y la miseria. De esta ruta supo apartarse el Movimiento de Trabajadores Argentinos, liderado por Hugo Moyano, que no dudó en enfrentar a esa dirigencia cómplice y sumarse al esfuerzo resistente. Por el otro lado está la fundación del entonces Congreso de los Trabajadores Argentinos, encabezado por Víctor De Gennaro, que con el aporte de figuras como Germán Abdala y hechos de trascendencia como la Marcha Grande, la Carpa Blanca, el Matanzazo e innumerables conflictos gremiales, deviniera en la nueva Central de los Trabajadores de Argentina.
Estas dos experiencias, las del MTA y la CTA, confluyeron en la Marcha Federal de 1995, demostrando así que era posible resistir al menemismo y, además, que la larga tradición obrera de la unidad en la acción no había podido ser arrasada por el tsunami neoliberal. Por cierto, tampoco la Corriente Clasista y Combativa pudo sustraerse a ese imperativo de la hora e integró, junto a las otras dos expresiones sindicales, las columnas de trabajadores ocupados y desocupados que ese año colmaron la Plaza de Mayo. Pero la unidad en la acción no disimularía la existencia de concepciones y modelos de construcción sindical diferentes.
Los sucesos de diciembre de 2001 encontraron, a cada una de estas expresiones, en niveles distintos de concreción y acumulación de fuerzas. La CTA venía de impulsar exitosamente el Frente Nacional contra la Pobreza, una confluencia de múltiples actores políticos, sociales y culturales que, por medio de una Consulta Popular autónoma del Estado y del gobierno de la Alianza, había obtenido 3.200.000 votos a favor de la aplicación del seguro de empleo y formación. Un hecho sin precedentes en la historia sindical argentina y, por lejos, el momento de mayor legitimidad política alcanzado por la resistencia antes del estallido de diciembre. El MTA, a su vez, se encaminaba a recuperar la conducción de la CGT, logro que concretaría más tarde como consecuencia lógica de la enorme gravitación que iría adquiriendo el sindicato de los trabajadores camioneros con el despegue económico. La posterior e impensada irrupción del kirchnerismo hizo que estos dos caminos, diferentes de por sí, tuvieran derivas muy particulares. En el caso de la CGT, la hegemonía de Moyano y la neutralización del sector de “Los Gordos”, hicieron que se convirtiera en uno de los aliados estratégicos del proyecto impulsado por el gobierno. La  CTA, por su parte, acompañó inicialmente ese proyecto pero, a poco de andar, se apartó, sumiéndose por ello en un debate interno que, como es notorio, finaliza con la fractura tras las elecciones de septiembre de 2009.
Así, ambas centrales llegan a los actos por el 1° de Mayo. La que encabeza Moyano confirma, con la presencia multitudinaria, su poder de convocatoria y, de modo inequívoco, su voluntad de incidir en el armado político para octubre próximo. La que lidera Yasky recupera, con el Luna Park colmadísimo en ese lluvioso y frío domingo, la legitimidad histórica que había quedado gravemente lesionada por la fractura institucional. Son dos modelos sindicales distintos; dos perspectivas diferentes frente a los procesos históricos que signaron al movimiento obrero argentino y, por ende, dos matrices singulares de representación, organización y protagonismo de los trabajadores. Sin embargo, la historia los vuelve a convocar para una tarea compartida: defender lo conquistado en los últimos ocho años y avanzar en la profundización de los cambios.
Hay intercambio público de saludos entre ambas centrales con motivo de los actos respectivos. Hay también un mutuo recordatorio de la unidad en la acción construida en el duro y lejano 1995. Hay, en consecuencia, una admisión recíproca de la legítima existencia del otro y un subrayado -en ambos casos original- de que el enemigo no está en ninguna de las dos expresiones y mucho menos en el gobierno. Hay, en los actos, una contundente presencia juvenil y también femenina. Hay, por último, el mensaje de la Presidenta a la CGT y el otro remitido a la CTA (en el Luna Park los cantos por la reelección de Cristina atronaron el estadio, sin que ello le impidiera a Hugo Yasky reivindicar y reclamar, por enésima vez, la personaría gremial para su central).
Bien, hubo y hay de todo eso que, desde luego, configura una situación original. Pero también hay una pregunta hija de dicha originalidad: ¿los cambios en la composición del mundo del trabajo y sus reflejos políticos actualizados en estos actos por el 1° de Mayo, estarían indicando la posibilidad del surgimiento de un nuevo bloque histórico, una novedosa alianza práctica de clases y sectores de clase interesados en consolidar un futuro postneoliberal?. Como fuere, pero sin dudas, una parte de la respuesta estará, después de octubre, en manos de ambas centrales sindicales.-

(*) Sociólogo, Conicet. 4 de mayo de 2011. ARTÍCULO PARA BAE